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Cambio climático: una lucha que pide ser cada vez más inclusiva

Los efectos del cambio climático están impactando fuertemente en las condiciones de vida de los seres humanos. Sin embargo, este…

Cambio climático: una lucha que pide ser cada vez más inclusiva
GénesisMediaCambio climático: una lucha que pide ser cada vez más inclusiva

Los efectos del cambio climático están impactando fuertemente en las condiciones de vida de los seres humanos. Sin embargo, este efecto es aún más negativo en aquellos sectores marginados social y económicamente. 

27/05/2021

Los efectos del cambio climático están impactando fuertemente en las condiciones de vida de los seres humanos. Sin embargo, este efecto es aún más negativo en aquellos sectores marginados social y económicamente. 

El cambio climático se continúa acentuando. Los gases de efecto invernadero liberados en la atmósfera están incrementando la temperatura del planeta e impactando directamente cómo subsisten y se relacionan las personas. No obstante, estos fenómenos han mostrado golpear en mayor medida a las comunidades vulnerables que se encuentran en condición de pobreza. Debido a esto, es importante brindar respuestas al cambio climático con un enfoque transversal, inclusivo e igualitario que ayude a mitigar su impacto en los más desfavorecidos. 

Según la Guía de Igualdad de Género e Inclusión Social (GESI) desarrollada por UK Pact, para implementar cualquier política o programa de acción climática, es fundamental promover la igualdad de oportunidades y fomentar las buenas relaciones entre diferentes grupos con características protegidas. No realizar estas consideraciones puede traer escenarios preocupantes. Esto se debe a que la crisis ecológica y la crisis social están cada vez más entrelazadas. Las sequías, las inundaciones y los incendios resultan cada vez más recurrentes y de esta manera afectan desproporcionadamente a las personas de bajos recursos que viven en contextos vulnerables, como asentamientos informales o zonas rurales que están más expuestas a desastres naturales. Sumado a esto, las disrupciones en el acceso y en los precios de los alimentos generados por estas catástrofes influyen negativamente en la economía familiar de estos sectores, aumentando el hambre y acelerando el ciclo de la pobreza.

Se estima que más de 130 millones de personas viviendo en economías en vías de desarrollo podrían ser empujadas a la pobreza extrema como consecuencia del cambio climático para el 2030. En Argentina, donde 42% de la población vive en contextos de vulnerabilidad y 10.5% de la población bajo la línea de indigencia, identificar la conexión entre cambio climático y pobreza es cada día más importante. Ahora, si reconocemos que la relación entre ambas variables es tan directa, es también nuestro deber reforzar el compromiso de integrar a estos sectores en la lucha contra el cambio climático.

Para dar un poco de contexto, cuando hablamos de respuesta al cambio climático, hay dos tipos de acciones a seguir. Mitigación, que implica evitar y reducir la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos en la atmósfera que generan el calentamiento global, y adaptación, que significa cambiar prácticas, sistemas y comportamientos para que las personas puedan justamente adaptarse a aquellos impactos del cambio climático que resultan inevitables. Es necesario apoyar a los sectores vulnerables en la planificación e implementación de acciones de adaptación a estos efectos, y asegurar que una mayor proporción de los fondos asignados lleguen a las comunidades locales para fomentar su resiliencia.

En segundo lugar, debido a que quienes sufren la pobreza a diario están desproporcionadamente afectados por la crisis climática, son estos sectores quienes también han adquirido un mayor conocimiento de sus impactos y consecuencias. Incluso, en algunos casos, ya han desarrollado métodos de adaptación sumamente admirables ante las amenazas del calentamiento global. Hay mucho para aprender y replicar de movimientos de base y comunidades indígenas en América Latina que se han organizado colectivamente para adaptarse a los efectos del cambio climático, desde el incremento de las temperaturas, el derretimiento de los glaciares o la dificultad de acceso al agua, y mejorar así su bienestar.

Por último, es esencial apoyar a estos sectores para que puedan acceder a empleos dignos y actividades productivas que tengan un impacto positivo en el ambiente y que no contribuyan directamente al empeorar la situación del cambio climático, o en el mejor de los casos, tengan un rol en mitigar emisiones de gases de efecto invernadero. Esto se vuelve cada vez más relevante luego de la crisis sanitaria y socioeconómica que causó la pandemia del COVID-19. En Argentina, los datos del INDEC muestran que la tasa de desempleo subió a 11% en el cuarto trimestre de 2020 frente al 8,9% registrado en el mismo período del año anterior. Si queremos trabajar para recuperar el empleo de calidad y reducir los niveles de pobreza, solo vamos a ser exitosos haciéndolo de una manera sustentable. En este área hay mucho para aprender de emprendedores sociales que desarrollan modelos de negocios innovadores, que buscan reducir la pobreza y tener un impacto positivo en el planeta. Desde promover técnicas de agricultura regenerativa que se centra en mejorar y revitalizar la salud del suelo, a vender productos accesibles que dependen de energía solar descentralizada y permiten que estas comunidades puedan acceder a electricidad, agua y saneamiento, entre otros.

Si queremos responder con éxito al cambio climático en Argentina y en el mundo, va a ser necesario integrar a los sectores más desfavorecidos en las estrategias nacionales e internacionales para responder al cambio climático. Si queremos reducir la pobreza en Argentina y el mundo, vamos a tener que aumentar drásticamente nuestros esfuerzos para atacar al cambio climático. Según el Banco Mundial, la crisis ocasionada por la pandemia causó que entre 119 y 124 millones de personas cayeran en la pobreza extrema a nivel global durante el año 2020. Tenemos hoy la oportunidad y urgencia de evitar que la crisis climática acentúe esta desigualdad.

Por Mercedes de la Vega, Asociada Senior de Alianzas Estratégicas en Acumen. Magíster en Administración Pública y Desarrollo Sustentable de la Universidad de Columbia.